'La vie d'Adèle', Cannes y el hype mediático

Título: La vie d'Adèle - Chapitre 1 & 2 (La vida de Adéle)
Director: Abdellatif Kechiche
Guión: Abdellatif Kechiche, Ghalya Lacroix (basado en la novela gráfica de Julie Maroh)
Fotografía: Sofian El Fani
Año: 2013
Duración: 180 min.
País: Francia
Productora: Wild Bunch / Quat'sous Films / France 2 Cinema / Scope Pictures / Vértigo Films / RTBF / Canal + / CNC
Reparto: Adèle Exarchopoulos, Léa Seydoux, Salim Kechiouche, Mona Walravens, Jeremie Laheurte, Alma Jodorowsky, Aurélien Recoing, Catherine Salée, Fanny Maurin, Benjamin Siksou, Sandor Funtek, Karim Saidi

El mismísimo Steven Spielberg alabó meses atrás en la entrega de la Palma de Oro en el Festival de Cannes 2013 la película de la que hoy intento hacer una crítica justa. Poco hay que contar sobre la sinopsis de esta película, pues el mismo título lo dice todo: se trata de una porción de la vida de Adèle, un estudio sobre el amor y el desamor, la juventud y las metas en la vida.

¿Pero merece La vie d'Adèle el hype formado a causa de su laureado paso por el Festival de Cannes? En mi humilde opinión, no, pero es una muy buena película y justa ganadora de la Palma. Kechiche consigue, durante la primera parte de las dos claramente diferenciadas en que se divide la película, construir un relato sólido y un precioso romance sin aplicar ningún filtro dramático arrojando sus historia a la pantalla, acosando a la protagonista con su cámara, acercándosela a la cara para así satisfacer su morbosidad, conocerla a fondo a ella y a sus intimidades, desnudarla mostrando todo sin tapujos, incluso el sexo lésbico explícito que inunda la pantalla en las escenas de 10 minutos. El realizador franco-tunecino consigue seducirnos con el simple movimiento de los carnosos labios de Adèle mientras come espaguetis, duerme con la boca abierta, o llora desconsoladamente y se deslizan sobre ellos mocos y lágrimas. El director juega con nosotros usando las clases de literatura para detallar la acción que ocurrirá a continuación. Es una hora y media de puro cine, un espectáculo visual que hace aflorar los sentimientos más íntimos del espectador.

"Siento que estoy fingiendo en todo, soy yo a la que le falta algo."

Pero de repente, Kechiche comete su primer gran error en el cambio radical que experimenta la película en el paso de la vida adolescente a la vida adulta de la protagonista: la sutura no es limpia, se ven los puntos y la cicatriz que queda es fea. Además, en la segunda parte de la película, Kechiche se pierde en la cantidad de frentes abiertos de la primera parte, y no sabe exactamente dónde cortar y situar las elipsis, haciendo que una película que minutos atrás fue bella y magnética se convierta en una sucesión de escenas en las que nos falta información, eso sí, con la enorme belleza estética que es la tónica general de todo el filme.

Es muy interesante notar la dualidad temática entre las dos partes de la película: una representa el crecimiento y cumbre del amor, mientras que la otra es el desamor y la ruptura; Adèle pasa de recibir clases a impartirlas; los colores que identifican a Emma pasan de azules fríos a cálidos anaranjados...

Léa Seydoux observando el precioso rostro de Adèle

En el sector interpretativo de la película poco puedo decir que no se haya dicho ya. Adèle Exarchopoulos es una de las mujeres más hermosas que he visto en una sala de cine, y además su interpretación es magnífica (como también lo es la de Léa Seydoux), fruto del que ha sido (según se ha dicho) uno de los rodajes más duros de la historia, en parte por la duración del mismo (se conservan más de 800 horas de metraje), y en parte por la obsesión de un director, etiquetado por su tiranía, por la perfección.

Es una película que sin duda da para cine-fórum: ¿es Adèle realmente lesbiana, o sólo se enamora de la persona que hay en el cuerpo de Emma? ¿es realmente una relación de amor o sólo es especial por el sexo, como podemos entrever en la escena del reencuentro en el restaurante? ¿qué significado tiene exactamente el uso de los colores en la historia? Cada uno que saque sus propias conclusiones.

Lo mejor: el estudio de Kechiche sobre el alma de Adèle, que nos atrapa y nos hace sentir con ella.
Lo peor: pese a durar tres horas, aún faltan cosas por contar para mantener la coherencia interna de la segunda parte del filme.


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