Que vivan Rian Johnson y el cine negro

Título: Brick
Director: Rian Johnson
Guión: Rian Johnson
Fotografía: Steve Yedlin
Año: 2005
Duración: 119 min.
País: Estados Unidos
Productora: Focus Features
Reparto: Joseph Gordon-Levitt, Lukas Haas, Nora Zehetner, Matt O'Leary, Noah Fleiss, Richard Roundtree, Emilie de Ravin, Meagan Good, Brian J. White, Noah Segan
Crítica de @PaulPorcoRosso

Este es el primer largometraje de Rian Johnson, realizador de la comedia de estafadores The Brothers Bloom, el thriller futurista Looper, y también director de dos de los mejores capítulos de la serie Breaking Bad: The Fly (S03E10) y Ozymandias (S05E14). Su opera prima, rodada por menos de 500000 US$, es una historia detectivesca de intriga con un guión ingenioso e intrincado (escrito por el propio Johnson) con rápidos diálogos, pero con la particularidad de estar ambientada en el escenario atemporal de un instituto.

Brendan Frye (Joseph Gordon-Levitt) es un estudiante de instituto del sur de California, audaz, tremendamente inteligente y solitario que prefiere mantenerse al margen de todo. Cuando su ex-novia Emily (Emilie de Ravin) reaparece en su vida aparentemente con problemas para volver a desaparecer, Brendan se obsesionará por descubrir qué le ha ocurrido a su problemático amor, por el que sus sentimientos son aún muy fuertes. Con la ayuda de su único amigo, The Brain (Matt O'Leary), descubrirá poco a poco los secretos de los alumnos de su instituto y se pondrá en contacto con personajes como Laura (Nora Zehetner), una sofisticada niña rica, el matón Tugger (Noah Fleiss), el yonqui Dode (Noah Segan), la seductora Kara (Meagan Good) y el siniestro y enigmático The Pin (Lukas Haas).


Birck pertenece al llamado cine negro: su argumento y trama bien podrían ser los de una película de Orson Welles o Billy Wilder, incluso de los primeros hermanos Coen, aunque extrapolándolos a un instituto del sur de California y protagonizado por chavales adolescentes. El talento narrativo y sentido del ritmo de Rian Johnson quedan en evidencia en esta su opera prima en la que tira de, a lo mejor, personajes cliché del género (la femme fatale, el protagonista impávido y solitario, el colega freak que le ayuda, el gánster, los matones fríos como el hielo), diálogos punzantes e inverosímiles por la gran inteligencia que encierran sus palabras, y una trama enrevesadísima sobre tráfico de drogas y asesinatos. Su banda sonora, que firma el primo del director, es tensa y acompañante de los momentos más dramáticos de la película.

Yo sin duda lo veo como un homenaje al género, un intenso ejercicio de estilo de un director novel entrando por la puerta grande. Sus personajes, adolescentes que hablan como adultos y en cada frase lanzan dardos envenenados mientras piensan la aguda réplica que darán a la respuesta de su contrincante dialéctico, se asemejan bastante a esos fríos caracteres que dominaban la intriga de sobretodo los 40 y los 50: Boggart, Mitchum y MacMurray en The Maltese Falcon, Out of the Past y Double Indemnity respectivamente. Personajes con un código moral propio e inquebrantable, a prueba de bombas. La fotografía obra de Steve Yedlin se adapta perfectamente a la frialdad y sequedad de los personajes, con calles solitarias y un mundo sin apenas adultos.


Con Brick, da la sensación de estar leyendo una novela de misterio de las que mantienen la intriga y la tensión hasta el final. Un cadáver á la Lynch, un investigador testarudo y tremendamente inteligente, una femme fatal, un gánster poderoso pero frágil, una telaraña indesenredable. Pero con una nueva perspectiva.

Lo mejor: un magnífico Joseph Gordon-Levitt.
Lo peor: como en toda película de cine negro, es algo difícil de seguir al principio por la gran cantidad de personajes.

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