'Kingsman: The Secret Service', This is not that kind of movie

[[Critica de @PauGarcia179]]

Matthew Vaughn, que empezó en esto del cine produciendo películas como ‘Lock & Stock’ y ‘Snatch’ (ambas recomendables y dirigidas por Guy Ritchie), se ha labrado una interesante carrera como director de productos comerciales como ‘Kick-Ass’ o ‘X-Men: First Class’ (ambas, según mi opinión, mejores que sus respectivas secuelas) y ahora llega a nuestras carteleras ‘Kingsman: The Secret Service’, protagonizada por Colin Firth y Taron Edgerton. El film vuelve a ser una adaptación cinematográfica de un cómic, y Vaughn escribe el guión junto a su colaboradora habitual, Jane Goldman.  

El veterano Harry Hart propone a un joven macarra (hijo de un amigo muerto con el que está en deuda) como nuevo espía de Kingsman, una agencia secreta independiente. El joven tendrá que competir con los otros candidatos a través de un duro entrenamiento mientras un loco megalómano amenaza el futuro de la humanidad.

En más de una ocasión, los protagonistas repiten la frase "This is not that kind of movie" haciendo referencia a las antiguas películas de James Bond, pero también se entiende como una declaración de intenciones de los responsables del film que le dicen indirectamente al espectador que lo que están viendo no es el insulso, convencional y aburrido filme de acción que podemos encontrar en las carteleras cada semana. Y efectamente, ‘Kingsman: The Secret Service’ no es ese tipo de películas, para bien o para mal.



Y es que las escenas de acción aquí buscan ser lo menos realista posible (vendría a ser la antítesis del estilo de Michael Mann) y se sirven con música rockera de fondo como invitando al espectador a disfrutar de la violencia. Las aceleraciones, ralentizaciones y adrenalíticos movimientos de cámara son una constante en el filme y motivo de deleite para el espectador, más allá del realismo o del componente ético (o la falta  de él) que conlleva el disfrute de la violencia cinematográfica. Cuando uno se dispone a visionar una película de Tarantino, o un film como ‘Abierto hasta el amanecer’ (‘From Dusk Till Dawn’, 1997, Robert Rodríguez), ya sabe lo que se va a encontrar (violencia a raudales, obviamente), pero cuando va a ver ‘Kingsman: The Secret Service’, al menos el que esto escribe (sí amigos, al ver la película olvidé completamente que el director era el responsable de ‘Kick-Ass’, donde ya había momentos bastante sanguinarios) uno no se espera encontrar semejante orgia de violencia desenfrenada. La escena de la Iglesia, es de lo más bestia que servidor ha visto en una pantalla de cine. Es el tipo de violencia que repugna a Michael Haneke (aunque a mí me repugna más su debut en el cine, sinceramente) y aquí cada cual decidirá si se lo pasa bien o no viendo este tipo de escenas.

En cualquier caso, ‘Kingsman: The Secret Service’ no es sólo un entramado de secuencias de acción, ni mucho menos, porque bien podemos disfrutar del sentido de humor del filme aderezado con un siempre agradable acento inglés, un hilarante Samuel L. Jackson con un defecto en la pronunciación o la presencia en el reparto de actores siempre brillantes como Colin Firth o Michael Caine (aunque éste último aparezca más bien poco, todo hay que decirlo). También es destacable la ausencia de Colin Firth (principal tirón comercial en el apartado actoral) durante ciertos momentos del filme, y conviene alabar la valentía y la capacidad del director para conseguir que la película no se resienta de la desaparición de su estrella y también el buen hacer del joven Taron Edgerton, que si bien no puede competir con Colin Firth en cuánto a presencia en pantalla, salva los muebles de manera competente durante la ausencia de su compañero de reparto.



‘Kingsman: The Secret Service’ no es perfecta, si nos paramos a buscar sus errores los encontraremos fácilmente, pero es tan deliciosamente divertida y gamberra que no vale la pena analizarla tan fríamente con estándares cinematográficos aplicables al resto de películas. Es un filme comercial cuya presencia en la cartelera se agradece para descansar, de vez en cuando, de la seriedad y trascendencia de otras películas cuyo valor artístico, eso sí, está fuera de toda duda.

Resumiendo, ‘Kingsman: The Secret Service’ is not that kind of movie. 


Título: Kingsman: The Secret Service
Director: Matthew Vaughn
Guión: 
Matthew Vaughn, Jane Goldman (Cómic: Mark Millar, Dave Gibbons)

Fotografía: 
George Richmond
Año: 2014
Duración: 129  min.
País: Reino Unido
Productora:
Twentieth Century Fox Film Corporation / Marv Films / TSG Entertainment
Reparto: Colin Firth, Taron Egerton, Samuel L. Jackson, Mark Strong, Michael Caine, Sofia Boutella, Sophie Cookson, Mark Hamill

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'Inherent Vice', la irresistible nueva película de Paul Thomas Anderson

[[Crítica de @PauGarcia179]]

Consciente de las decepciones que me llevo al ver una película cuyas expectativas tengo por las nubes, decidí hacer un ejercicio mental de lo más complicado: intentar convencerme de que de una película de Paul Thomas Anderson en la que adapta una genial novela del escurridizo Thomas Pynchon con Joaquin Phoenix de protagonista, no tiene porqué salir una obra maestra. Es la primera vez que Thomas Pynchon deja que se adapte una de sus novelas, y pondría la mano en el fuego que James Franco, que parece querer adaptar al cine toda la literatura norteamericana (ya ha adaptado a Cormac McCarthy, a William Faulkner un par de veces y ahora hará lo propio con John Steinbeck), intentó, sin éxito, convencer a Thomas Pynchon (si es que existe en realidad…) para adaptar alguna de sus novelas.

Aunque intenté equilibrar mis expectativas, no me había preparado para evitar comparaciones con la novela de Pynchon (que desde aquí aprovecho para recomendar) y durante el visionado de ‘Inherent Vice’ me encontré buscando las diferencias con el libro. Mal asunto. Al final de la película, aunque había disfrutado del trayecto, el filme me había dejado un poso de decepción por los cambios introducidos por Paul Thomas Anderson. Después de un día de reflexión, me di cuenta de lo estúpido que había sido al quedar decepcionado, pues esperar que se adapte a la gran pantalla una novela de forma casi literal no sólo no es justo, sino totalmente ridículo. Si la película tiene que ser igual a la novela, mejor nos quedamos con la novela. Así que lección aprendida/nota mental: evitar comparaciones con la novela original, se disfrutará mucho más la película. 



Después de este rollo introductorio, pasamos a la crítica: Paul Thomas Anderson vuelve a confiar en Joaquin Phoenix para protagonizar su nueva película dos años después de la recomendable ‘The Master’, y ahora interpreta a Larry “Doc” Sportello, un detective fumeta en la California de finales de los sesenta. Su ex novia, Shasta Fay Hepworth se presenta un día en su casa y le pide ayuda: Sloane, la mujer de su amante, Mickey Wolfmann, planea junto a su “guía espiritual” el secuestro de Wolfmann, un pez gordo del sector inmobiliario. A partir de aquí, seguiremos los titubeantes pasos de Doc Sportello con tal de resolver el asunto planteado por su ex novia, de la que aún sigue enamorado. 

Y así, entre canuto y canuto Doc Sportello se abrirá camino entre dentistas, masajistas que quizás se exceden en su trabajo, sicarios que dicen ser prestamistas, ex convictos nazis, promotores inmobiliarios, psiquiatras, músicos de surf, policías violadores de derechos humanos con ínfulas de actores y un sinfín de personajes que desfilarán por la pantalla sin saber del todo su función en el embrollo en que se convierte esta trama criminal. Porque, hay que decirlo ya, Paul Thomas Anderson no resuelve todas las subtramas ni se molesta en aclarar al espectador todo el asunto de Mickey Wolfmann y Glen Charlock, tampoco explica demasiados detalles del Colmillo Dorado y oye, ni falta que hace, porque lo que importa aquí, al menos desde mi punto de vista, es el hilarante trayecto de un  buen tipo aun enamorado de su ex novia, un viaje por Los Angeles en el que protagoniza multitud de secuencias para el recuerdo y en las que Phoenix demuestra porque es uno de los mejores actores actuales. El resto de actores, que tienen una importancia claramente menor en comparación con Doc Sportello, también ofrecen grandes actuaciones, quizás destacando entre ellos a Josh Brolin como Bigfoot o Katherine Waterspon como Shasta Fay Hepworth. 



‘Inherent Vice’ es una irresistible experiencia fílmica en la que es preferible dejarse llevar a intentar seguir las contadísimas pistas que deja el guión de Paul Thomas Anderson; es una rara mezcla entre ‘The Big Sleep’ (Howard Hawks, 1946) y ‘The Big Lebowski’ (Hermanos Coen, 1998) y también un retrato de una época, la América en plena Guerra del Vietnam post Charlie Manson, en la que el movimiento hippie empezaba a agonizar. Sin duda, una gran película que, como la novela de la que parte, no desmerece un segundo acercamiento para disfrutar, en el caso del film, de la magia cinematográfica del gran Paul Thomas Anderson.

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'Calvary', El buen pastor



[[Crítica de @TRuibal]]

Killing a priest on a Sunday… that’ll be a good one.

Retratar una sociedad compleja, transversal y con una extensa gama de claroscuros ha sido siempre uno de los más grandes desafíos de la narrativa. Del bullicioso Londres de Dickens a la Roma de dioses caídos que Paolo Sorrentino nos muestra en ‘La Gran Belleza’, un “aquí y ahora” puede trascender cualquier barrera cultural y pasar a formar parte del imaginario colectivo. Y precisamente esto es lo que busca la cinta que hoy nos ocupa.

En ‘Calvary’, (que nos llega, qué sorpresa, casi un año después de su estreno, aún habiendo cosechado el Premio del Jurado Ecuménico en la Berlinale 2014), John Michael McDonagh sitúa metafóricamente el monte Calvario, lugar en el que Jesucristo fue crucificado, en un remoto pueblo irlandés, en eterna lucha entre una majestuosa y cruda naturaleza, filmada con la confianza de quien sabe que paisajes de tanta potencia visual no necesitan mayor aderezo, y las desilusionadas vidas de sus habitantes, todos ellos víctimas y verdugos de sus pequeñas realidades.

El deambular de este rebaño tiene como piedra angular a James Lavelle, pastor de la comunidad y figura omnipresente en la cinta. Magistralmente interpretado por un Brendan Gleeson que derrocha carisma y compasión, en un papel que hace patente que Gleeson se entiende a la perfección con McDonagh. Actor y cineasta repiten la sociedad iniciada en esa suerte de “western irlandés” que es ‘The Guard’ (pésimamente traducida en nuestro país como ‘El Irlandés’), y que se alargará como mínimo en otro trabajo, ‘The lame shall enter first’, todavía en fase de preproducción.


Desencadena la acción un largo plano fijo en el que el padre Lavelle es amenazado de muerte por un miembro de su comunidad, que busca castigar a un “pastor íntegro” por los terribles abusos que sufrió en su infancia a manos de un cura pederasta, ya fallecido. Siete días es todo el tiempo con el que contará el párroco para poner las cosas en orden antes de enfrentar su fatal destino.

Uno de los grandes méritos de la película es precisamente la tensión narrativa que consigue crear esta sorprendente amenaza que, aparte de marcar el tempo del film, nos ayuda a comprender el interés del protagonista en dedicar el poco tiempo con el que cuenta a, en vez de intentar salvar su alma, salvar la de sus feligreses. Interpretados por un extenso reparto a buen nivel en líneas generales, en el que encontramos un socarrón doctor cargado de cinismo, un joven inadaptado al que le gusta Dolly Parton, una adultera masoquista o un millonario petulante que necesita presumir de un dinero que no sabe disfrutar. A James le apena y le frustra ser testigo directo de la vanidad y el rencor de sus parroquianos, encontrando únicamente amor en su hija (la angelical pelirroja Kelly Reilly), incapaz aún de comprender que entrase en el seno de la Iglesia tras morir la madre de ésta.


La variedad de situaciones y personajes provoca algún breve altibajo durante el desarrollo de la cinta, en el que el nivel de interés de la misma decae ligeramente, pero esto no tumba una propuesta firme que tiene bien claro hacia dónde va en todo momento. McDonagh sabe mezclar con elegancia drama, comedia y algunas dosis de ‘thriller’ para someter a Irlanda a una deconstrucción, muy lejos de visiones idílicas como las de ‘El hombre tranquilo’.

‘Calvary’, a través de la particular crucifixión de un hombre que simboliza todo lo que la Iglesia debería ser, dibuja un país marcado por el catolicismo como seña de identidad, el vínculo popular que supone el alcohol, la aceptación del IRA como un estamento de la sociedad, el desarraigo de su carácter terrenal celta… todo pasa por los ojos de un resignado padre Lavelle que, pese a todo, quiere a su rebaño.


Como habréis podido apreciar, escribe esta crítica un nuevo rostro de la página. Mi nombre es Tomás Ruibal y, tras haber finalizado mis estudios de Producción Audiovisual en la EMAV de Barcelona, busco adentrarme en el mundo del cine por todos los flancos. Llego pues a ‘Siempre en V.O.’, con ganas de aprender y de compartir mi amor por el séptimo arte con todos vosotros.

Podéis seguirme en Twitter en mi perfil, @TRuibal, y ver los dos cortos que hasta ahora he realizado con ‘Hazte Fun’, productora en ciernes, en nuestro canal de YouTube: https://www.youtube.com/channel/UCLSgy0thHmbGNhA8t03l4-g.

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