‘PIKADERO’, LA GRAN PELÍCULA BASCA QUE A NADIE LE INTERESÓ QUE VIERAS


Una crítica de Adrià Naranjo

No tenía nada que hacer; había sido un lunes de mierda. Me había pasado el día angustiado por no tener un trabajo fijo; por cobrar quinientos euros al mes; por tirar de ahorros para llegar a pagar el alquiler; por vivir en una habitación de cuatro metros cuadrados; por haber tenido una bronca con una amiga; por ver como mis amigos no respondían a los whatsapps para quedar; por tener una vida precariezada; por estar en el epicentro de una crisis que sigue lejos de acabar; por estar más solo que la una; por no poder más con todo lo que me rodea;...
Abrí el portátil desganado, esperando que el sueño me entrara con una película cualquiera o algún estúpido vídeo de youtube. Entré en filmin (los míseros 6 euros al mes que cuesta es de los pocos lujos que me permito) y bajé con desdén el cursor. “Últimos Estrenos”: todas eran de pago. Bajé más. “Las más vistas”: la mayoría, como era de esperar, ya las había vista. Pero, uy, espera, encontré un cartel que me llamó la atención. Sobrio, ilustrado, pastel, indie, impactante,… Sobreimpreso, ‘Pikadero’; con “k”, ¿qué cojones seía eso? Director: “Ben Sharrock”. ¿Y ese nombre? ¿Será vasco? Ni idea. Sólo 90 minutos. No tenía nada mejor que hacer, así que why not? Me lancé.
La mejor decisión que he tomado en años.

‘Pikadero’ habla de todo esto. De la puta crisis. De la puta vida (y sin “tete” detrás). ‘Pikadero’ es la película que nuestra mi generación esperaba desde hacía años. Ya está bien de tanta felicidad y tantas hostias. Apellidos vascos, Barcelona nit de, Exiliados románticos, Requisitos para ser… jiji, jaja; pues no, NO, NO y NO. Este mundo nos está matando y nosotros así. Sí, matando. Han creado un mundo un país que nos está aniquilando; que nos deja sin sueños ni esperanza y que maltrata desde el obrero hasta el artista; en el que no tiene sentido estudiar, pero tampoco hay trabajo; en el que el cine tiene un IVA de lujo; en el que vas a la cárcel por reírte de un fascista que voló por los aires, pero que permite que Urdangarin duerma en su casa; en el que los “socialistsa” dicen no ser de derechas o de izquierdas y donde gobierna un partido fundado por franquistas repleto de juicios abiertos; en el que se prohíben las urnas en Cataluña, pero nos obligan a permitir la barbarie de los toros; en el que la ley mordaza nos calla y el machismo institucionalizado nos mata;… ‘Pikadero’ es esta desesperación. Un sentimiento que, por unos motivos u otros, es el día a día de nosotros, los jóvenes de este país de mierda.



Gorka y Anne se conocen y empiezan un “amar en tiempos de crisis”. Ambos cerca de la treintena; ambos viviendo en casa de sus padres; ambos sin futuro. Él es callado; a veces parece que no esté. Ella es más lanzada; pero siempre con la resignación y la tristeza inundando sus ojos. Él trabaja en una fábrica que no soporta; ella estudia un máster que no le interesa.
Billy Wilder dijo que las mejores ideas se le ocurrían cuando se iba a la cama y las perdía, así que guardó una libreta y un boli en mesilla de noche. Ese día, antes de quedarse dormido, escribió algo. Al despertarse leyó “chico conoce a chica”. Pues sí, este es el mismo caso; la misma historia de siempre: la historia de una pareja que empiezan una relación. Pero no es la de siempre porque los personajes no son los de siempre. El ritmo es lento, calmado, marcado por ellos… y sus circunstancias. No es una historia de amor, sino una historia de realidad. Después del primer acercamiento (lo que en comedia romántica se llama “encuentro significativo”) surge el objetivo: encontrar un sitio donde... realizar el acto. Cogiendo esta búsqueda como mayor motor dramático de la obra, ocurre algo magnífico, extraordinario. El protagonista se salta las dos grandes reglas que se repiten una y otra vez en las clases de guión. La primera es simple: “un protagonista debe ir a por su objetivo aunque le vaya la vida en ello”. Aquí, no. Gorka aparece apático hacia su objetivo; como con la vida en general. Intenta complacer a Anne, pero su interés es mínimo. La otra norma de oro es “siempre debe haber un arco dentro del protagonista y, preferiblemente, a mejor”. Aquí no lo hay. En la universidad me dijeron que nunca hiciera eso; ahora que soy yo quien da las clases, repito las palabras de Bertolt Brecht “desgraciado el país que necesite héroes” para intentar generar un cine diferente. Pero siempre hay un halo de duda; siempre se piensa que este planteamiento es menos comercial; que no funcionará; que se debe tener mucho cuidado. ‘Pikadero’, gracias otra vez por demostrar que se puede (y se debe) hacer.
El guión de ‘Pikadero’ es espectacular por esta forma de combinar personajes y objetivos globales, pero también por cómo plantea con inteligencia cada secuencia; por el uso impecable del silencio; por el modo de introducir la comedia tensa; por los personajes secundarios; por los recursos; por todo. Leo unos veinte cortometraje al día, veo unas quince horas de audiovisuales semanalmente y tutorizo largometrajes todos los meses; mi trabajo se basa en encontrar fallos en guiones; con ‘Pikadero’ no he podido.

Uno de los conceptos básicos en el cine es entender porqué la gente va a ver una película. Son tres estas razones: la dramaturgia, la veracidad y la espectacularidad. Cuando los alumnos piensan en esta última, siempre se van a los grandes artificios hollywoodienses, a las explosiones y las persecuciones a todo trapo. La espectacularidad de ‘Pikadero’ es maravillosa. La espectacularidad también son sus magníficos y armónicos planos fijos; la tensión en el dilatado montaje; la impecable fotografía; la atemporalidad de la dirección del arte; la elegancia en el sonido; la sobriedad en la dirección de actores;… La estética de ‘Pikadero’ es una obra de arte que se debería enmarcar fotograma a fotograma. Pocos planos, pero cada uno con una potencia y una intención que sólo se pueden encontrar en las grandes producciones del cine europeo. Heredera de la incomodidad propuesta por el legendario Roy Andersson, combina el humor tenso con un tempo pausado y asfixiante. De este modo se nos vuelve a chillar a la cara que el cine vasco se merece todos los reconocimientos que le podamos dar. El director Ben Sharrock, un escocés afincado en el País Vasco, se estrena demostrando una habilidad impresionante; generando una asombrosa sinergia entre el qué y el cómo, entre contenido y continente. Y es que ha sabido hacer lo más difícil: justificar todas las decisiones bajo una misma premisa, una misma atmósfera, un mismo mensaje. Rezaré todas las noches para ver en pantalla grande y sesión continua esta maravilla junto con ‘Loreak’. Gora Euskal zinema!



Pero es que además ‘Pikadero’ tiene algo que es impagable (nunca mejor dicho): a duras penas se ha estrenado en España. Después de todo este torrente de emociones me pregunté como se me pudo escapar en su momento. Aunque la inmensidad de la taquilla es inabarcable, suelo acercarme a los 200 estrenos vistos y, aunque me pierda alguna perla, siempre hay amigos que se dedican a lo mismo y te dan un toque. Pero no, no había escuchado nada en absoluto sobre ella. Lo primero que hice: Redes Sociales. Facebook: nada. Twitter: 289 seguidores. No podía ser. Empecé a buscar su recorrido y me quedé atónito. Se estrenó en San Sebastián y pasó por algún festival, pero poco más. Se estrenó en Euskadi y se menciona por encima el resto del territorio. No había fechas fiables; no había datos de taquilla. Ni corto ni perezoso, me dispuse a escribirles un mensaje para pedir esta información y, ya de paso, felicitarlos por el mayúsculo trabajo. Nada; no se podían mandar mensajes por twitter. Al final de la raquítica ficha de imdb encontré el nombre de una productor (“Caravan Cinema”) y probé suerte. Google me desvió a otra compañía llamada “AteraFilms”, que parecía ser la distribuidora. Había pestaña de “contacto”, así que les escribí planteándoles mi falta de información… y mi asombro por ello. A fecha de hoy aún no he recibido respuesta. Pero este periplo no es más que otra demostración del estado de salud de nuestra industria cinematográfica. Llenamos nuestras salas de remakes norteamericanas, de dramas morbosos, de comedias francesas hechas en cadena; y ¿dónde queda nuestras películas? ¿De verdad no hay sitio para las pocas cosas que hacemos bien? ¿De verdad no podríamos replantearnos nuestra relación con las grandes productoras made in USA? ¿De verdad aceptamos la colonización cultural y despreciamos el arte patrio? ¿De verdad nadie anunció ‘Pikadero’ a bombo y platillo? ¿De verdad?

Y es que a estas alturas uno ya había perdido toda esperanza en nuestro cine; había tirado la toalla y enterrado el hacha de guerra. Pero ‘Pikadero’ no es la película que queremos, sino la película que necesitamos; por eso es tan importante que se vea. Que realmente se apoye a un cine español, a un cine euskera, diferente y de calidad. Que se apueste por un arte que siga sorprendiéndonos en un mundo en el que cada vez cuesta más levantar películas. Por esto es tan importante que todos entremos en filmin.es y paguemos los 2,95 euros que cuesta. Porque vale la pena. E imaginaros lo bonito que sería convertirla en punta de lanza de las quejas contra la precariedad del cine, contra el desamparo gubernamental, contra la apatía social. Imaginaros convertir ‘Pikadero’ en una de las películas más vistas del cine español. Imaginaros…
Llevo casi diez años escribiendo ficción y no-ficción para ganarme la vida y esta es de las primeras veces que lo hago desde la esperanza y la admiración; desde el asombro y el respeto. Es de las primeras veces que me encuentro con personajes que son como yo y tienen mis problemas; que su realidad es la de la gente que me rodea y su desánimo es el que me encuentro en la calle. Y cuando uno no está acostumbrado a que hablen de él y se lo encuentra, así, sin esperarlo, pues se emociona, la verdad, se le llena el pecho.
Gente de ‘Pikadero’: Eskerrik asko!

Adrià Naranjo

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